Que alguien me diga si han visto a mi esposo
-preguntaba la Doña-
Se llama Ernesto X, tiene cuarenta años,
trabaja de celador en un negocio de carros,
llevaba camisa oscura y pantalón claro.
Salió anteanoche y no ha regresado
y no sé ya qué pensar...
¡Pues esto, antes no me había pasado!
Llevo tres días buscando a mi hermana,
se llama Altagracia igual que la abuela,
salió del trabajo para la escuela,
tenía puesto unos jeans y una camisa blanca,
no ha sido el novio, el tipo está en su casa;
no saben de ella en la PSN ni en el hospital.
Que alguien me diga si ha visto a mi hijo,
es estudiante de pre-medicina,
se llama Agustín y es un buen muchacho,
a veces es terco cuando opina,
lo ha detenido no sé qué fuerza.
Pantalón blanco, camisa a rayas,
pasó anteayer.
Clara, Clara, Clara Quiñones se llama mi madre
ella es, ella es un alma de Dios
no se mete con nadie.
Y se la han llevado de testigo
por un asunto que es nada más conmigo,
y fui a entregarme hoy por la tarde
y ahora dicen que no saben quién se la llevó
del cuartel.
Anoche escuché varias explosiones,
tiro de escopeta y de revolver,
carros acelerados, frenos, gritos,
eco de botas en la calle,
toques de puertas, quejas por dioses, platos rotos...
¡Estaban dando la telenovela!
Por eso nadie miró para afuera.
¿A dónde van los desaparecidos?
Busca en el agua y en los matorrales.
¿Y por qué es que se desaparecen?
Porque no todos somos iguales.
¿Y cuándo vuelve el desaparacido?
Cada vez que lo trae el pensamiento.
¿Cómo se le habla al desaparecido?
Con la emoción apretando por dentro.
Rubén Blades
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